Existen varios sesgos cognitivos que pueden obstaculizar la
inclusión escolar. A continuación, se mencionan algunos de ellos:
Sesgo de confirmación: Es la tendencia a buscar, interpretar o recordar información de una manera que confirma nuestras creencias preexistentes. En el contexto de la inclusión escolar, este sesgo puede llevar a los educadores a ignorar o descartar información que contradice sus suposiciones sobre las capacidades de ciertos estudiantes, lo que dificulta la adopción de enfoques inclusivos.
Por ejemplo: Imaginemos a un estudiante con discapacidad
visual. Un educador encargado de su enseñanza, aunque bien intencionado, tiene
una creencia preconcebida de que los estudiantes con discapacidades visuales
tienen dificultades para participar en actividades deportivas.
Debido a este sesgo de confirmación, el educador puede
centrarse únicamente en las limitaciones visuales del estudiante y asumir que
no podrá participar en las clases de educación física de la misma manera que
sus compañeros sin discapacidad visual. Como resultado, el educador podría
restringir o excluir al estudiante de las actividades deportivas, privándolo de
las oportunidades de participar y desarrollar sus habilidades físicas.
Este sesgo de confirmación también puede llevar al educador a
pasar por alto las posibles adaptaciones o ajustes que podrían facilitar la
participación activa del estudiante en las clases de educación física. El mentor
podría subestimar su capacidad para aprender nuevas habilidades motrices o no
buscar alternativas, como utilizar materiales táctiles o dar instrucciones
auditivas, que podrían permitir al estudiante participar plenamente en las
actividades deportivas junto con sus compañeros.
En este ejemplo, el sesgo de confirmación del educador, al
basarse en su creencia preconcebida sobre las capacidades de los estudiantes
con discapacidades visuales, obstaculiza la inclusión escolar del estudiante al
limitar sus oportunidades de participación y desarrollo en el ámbito deportivo.
Para fomentar la inclusión, es necesario que el educador cuestione y supere
este sesgo, reconociendo las capacidades individuales del estudiante y buscando
activamente formas de adaptar el entorno y las actividades para su plena
participación.
Sesgo de estereotipo: Es la tendencia a atribuir
ciertos rasgos o características a un grupo de personas sin considerar las
diferencias individuales. Los estereotipos pueden afectar la forma en que los
educadores perciben y tratan a los estudiantes, especialmente a aquellos que
pertenecen a grupos marginados o minoritarios, limitando sus oportunidades de
participación plena en el entorno escolar.
Por ejemplo: Imaginemos a un estudiante de origen inmigrante
que se ha unido a un colegio nuevo. El educador, sin darse cuenta, tiene estereotipos
preconcebidos sobre los estudiantes inmigrantes, creyendo que pueden tener
dificultades para aprender el idioma local y adaptarse académicamente.
Debido a este sesgo de estereotipo, el educador podría tener
expectativas más bajas sobre las habilidades y el rendimiento académico del
estudiante inmigrante. Podría involucrarlo menos en actividades desafiantes o
enriquecedoras, y brindarle menos apoyo académico que a sus compañeros. Estas
acciones podrían limitar las oportunidades de aprendizaje y desarrollo del
estudiante inmigrante y reforzar el estereotipo negativo.
Además, el educador podría tener menos expectativas de
participación activa por parte del estudiante inmigrante en actividades
extracurriculares o liderazgo escolar. Esto podría excluir al estudiante de
oportunidades importantes para socializar, construir relaciones y desarrollar habilidades
adicionales más allá del ámbito académico.
En este ejemplo, el sesgo de estereotipo del educador hacia
los estudiantes inmigrantes influye en su enfoque y expectativas hacia el
estudiante, limitando su acceso a oportunidades de aprendizaje, participación y
desarrollo integral. Para fomentar la inclusión, el educador debe ser
consciente de estos estereotipos y esforzarse por reconocer y valorar las
capacidades individuales del estudiante inmigrante, brindándole un apoyo
equitativo y oportunidades iguales para crecer académica y socialmente en el
entorno escolar.
Sesgo de disponibilidad: Es la tendencia a basar
nuestras decisiones en la información más fácilmente accesible en nuestra
memoria. En el contexto de la inclusión escolar, esto puede llevar a los
educadores a confiar en estereotipos o experiencias pasadas, en lugar de
considerar las necesidades y capacidades individuales de los estudiantes, lo
que puede resultar en prácticas educativas excluyentes.
Por ejemplo: Imaginemos que un educador ha tenido
experiencias previas con estudiantes con dificultades de aprendizaje en el
aula. Basándose en esas experiencias, el educador tiende a recordar y tener
fácil acceso a los desafíos y problemas que enfrentaron esos estudiantes. Como
resultado, el educador tiene una disponibilidad cognitiva mayor para recordar y
enfocarse en las dificultades de aprendizaje en lugar de las fortalezas y
capacidades de los estudiantes.
Debido a este sesgo de disponibilidad, el educador puede
tener una visión sesgada y negativa hacia los estudiantes que se perciben como
"dificultades de aprendizaje", y puede pasar por alto o subestimar
las habilidades y potenciales de estos estudiantes. Esto puede llevar a
prácticas educativas que se centran principalmente en remediar las deficiencias
y desafíos en lugar de fomentar un enfoque inclusivo y holístico del
aprendizaje.
Además, este sesgo de disponibilidad puede influir en las expectativas del educador hacia los estudiantes con dificultades de aprendizaje. El educador puede asumir que estos estudiantes no pueden alcanzar ciertos logros académicos o participar en determinadas actividades, limitando así sus oportunidades de aprendizaje y desarrollo integral.
En este ejemplo, el sesgo de disponibilidad del educador,
basado en sus experiencias pasadas con estudiantes con dificultades de
aprendizaje, puede afectar negativamente la inclusión al enfocarse
excesivamente en las limitaciones y dificultades, descuidando las fortalezas y
posibilidades de crecimiento de los estudiantes. Para promover la inclusión, es
fundamental que el educador sea consciente de este sesgo y busque equilibrar su
enfoque, reconociendo y aprovechando las capacidades individuales de cada estudiante
y brindando oportunidades para su pleno desarrollo académico y personal.
Sesgo de atención selectiva: Es la tendencia a
prestar más atención a ciertos estímulos o características y a ignorar otros.
Esto puede llevar a que los educadores se centren únicamente en los aspectos
negativos o desafiantes de un estudiante con necesidades especiales, en lugar
de reconocer y fomentar sus fortalezas y habilidades.
Por ejemplo: Imaginemos a un estudiante con dificultades de
comportamiento en el aula. Este estudiante a menudo muestra conductas
disruptivas y tiende a llamar la atención del educador y de sus compañeros.
Debido a este comportamiento llamativo, el educador puede tener una atención
selectiva hacia las conductas negativas del estudiante y pasar por alto sus
momentos de participación positiva o sus intentos de mejorar su comportamiento.
El sesgo de atención selectiva puede llevar al educador a
centrarse únicamente en las conductas disruptivas del estudiante, lo que puede
resultar en un trato desproporcionado o en la asignación de etiquetas negativas
al estudiante. Como resultado, el estudiante puede sentirse excluido o
estigmatizado, lo que afecta negativamente su sentido de pertenencia y su
participación plena en el entorno escolar.
Además, este sesgo puede llevar a que el educador dedique la
mayor parte de su atención y recursos a manejar las conductas problemáticas del
estudiante, descuidando otras áreas de desarrollo importantes, como el apoyo
académico, emocional o social. Esto puede limitar las oportunidades de
aprendizaje y crecimiento integral del estudiante, dificultando su inclusión en
el entorno escolar.
En este ejemplo, el sesgo de atención selectiva del educador
hacia las conductas negativas del estudiante conduce a un enfoque
desequilibrado y desproporcionado, perjudicando la inclusión al no reconocer y
valorar adecuadamente los aspectos positivos y el potencial de crecimiento del
estudiante. Para promover la inclusión, el educador debe esforzarse por
mantener una atención equilibrada, enfocándose tanto en las áreas de mejora
como en las fortalezas del estudiante, brindando un apoyo integral que fomente su
participación activa y positiva en el entorno escolar.
Sesgo de sesgo inconsciente: Son los prejuicios o
estereotipos implícitos que influyen en nuestras actitudes y comportamientos
sin que nos demos cuenta. Estos sesgos pueden afectar la forma en que los
educadores interactúan con los estudiantes y pueden resultar en tratos
diferenciados o injustos, socavando la inclusión escolar.
Por ejemplo:
Como resultado de este sesgo inconsciente, el educador puede
tratar de manera diferente a los estudiantes de origen socioeconómico bajo en
comparación con sus compañeros. Puede tener expectativas más bajas sobre su
rendimiento académico, brindarles menos oportunidades de aprendizaje o
proporcionarles menos apoyo y recursos. Esto puede limitar sus oportunidades de
participación equitativa y su acceso a una educación de calidad.
Además, el educador puede estar menos dispuesto a escuchar y
valorar las perspectivas y experiencias de estos estudiantes, lo que puede
conducir a una falta de comprensión y empatía hacia sus circunstancias
particulares. Esto puede generar barreras en la comunicación y dificultar la
creación de un ambiente inclusivo y de apoyo.
Es importante tener en cuenta que el sesgo inconsciente
puede ser sutil y no siempre es evidente para el educador. Sin embargo, sus
efectos pueden ser perjudiciales para la inclusión y el bienestar de los
estudiantes. Para contrarrestar este sesgo, es esencial que los educadores se
informen y sean conscientes de sus propios prejuicios inconscientes, y se
comprometan activamente en la reflexión personal y en la adopción de prácticas
educativas equitativas. Esto implica promover la igualdad de oportunidades, brindar
un trato justo a todos los estudiantes y valorar la diversidad de experiencias
y perspectivas en el aula.
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Es importante tener en cuenta que estos sesgos cognitivos
pueden ser inconscientes y que todos estamos susceptibles a ellos. Sin embargo,
al ser conscientes de su existencia y trabajar activamente para superarlos, los
educadores pueden promover un entorno escolar más inclusivo y equitativo.
Por Kevin Valentin (2023)
Referencias:
Barón, L., & Zapata
Rotundo, G. J. (2018). Los sesgos cognitivos. Ciencia y sociedad.
Bélec, C., & Doutreloux, É. (2022). Perspectives on inclusion and
cognitive bias: why still talk about inclusion?. Pédagogie collégiale vol. 35, no2, winter 2022.
Cortada de Kohan, N., &
Macbeth, G. (2006). Los sesgos cognitivos en la toma de decisiones.
Nakamura, A. (2021). Fostering diversity and inclusion and understanding
implicit bias in undergraduate chemical education. Journal of Chemical Education, 99(1), 331-337.
Schmidt, N. B., & Vereenooghe, L. (2021). Targeting hostile
attributions in inclusive schools through online cognitive bias modification: A
randomised experiment. Behaviour research and
therapy, 146, 103949.

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